La esencia del ciclismo

Hoy quiero hablar del verdadero ciclismo, no del que vemos por la tele cada verano, con superhombres reventando los pulsometros con cadencias de infarto,  generando en ocasiones mas potencia  en una pedalada que una central nuclear a pleno rendimiento. Ese, lo tenemos mas que visto, y esta muy bien como espectáculo, nos hace vibrar, comentar con los compañeros de grupeta, y en algunos casos nos impide incluso echar la tan reparadora siesta en los meses verano .

El tipo de ciclismo al que quiero dedicar estas lineas es el que practican hombres y mujeres, niños de todas las edades y gente anónima que simplemente disfruta del placer de montar en una bicicleta como si del primer día en el que aprendieron a montar en bici se tratase.

Estos héroes anónimos, son capaces de trabajar ocho horas al día o incluso más, atender las obligaciones familiares y aun así sacar tiempo para al menos rodar un par de horas, para lo que llamamos vulgarmente, no perder la forma, aunque esto suponga (sobre todo en invierno),  regresar a casa casi anocheciendo. La verdad que son verdaderos amantes de este deporte ya que la única recompensa que reciben es la de disfrutar de la esencia de este deporte, y quizás, quitar algo de estrés debido a la jornada laboral, por ello es mas que merecido este reconocimiento.

Otros sin embargo, con edades en las que yo, sinceramente, no creo que pudiera ni andar con la ayuda de un bastón, siguen saliendo. Haga frío, lluvia o calor, ellos salen con su grupeta de los Domingos en las que hay gente de todas las edades: dan relevos, ayudan al rezagado, aportan su veteranía y experiencia,  ganada  a lo largo de años dedicados a este deporte que pienso que aman, porque si no, no encuentro una explicación a tanto aguante, como si fueran auténticos jóvenes con sus primeras bicis. Eso si, si eres medianamente inteligente, seguro que en mas de una ocasión te empapas de sus consejos y te llenan de apasionantes anécdotas forjadas durante los muchos años que llevan en el mundillo, y si no, os animo a compartir un rato de tertulia con un buen café, la experiencia os aseguro que es enriquecedora. Todo ello  además, lo siguen haciendo  manteniendo la misma ilusión en cada pedalada, en cada kilómetro, que el primer día.




Y los niños, que decir de los niños, esos pequeños seres que viven entre nosotros. Solo con ver sus caras cuando ven su primera bicicleta es emocionante, la ilusión con la que  bajan al parque, se enfundan esos cascos gigantescos en sus diminutas cabezas y hacen carreras entre ellos, sin importarles realmente quien gane, solo pedalear y pedalear, muy deprisa, tanto, que algunos avanzan metiendo la cabeza casi entre las piernas para sacar unos metros a su compañero de fuga, como si de Cipollini, Pettachi, Cavendish o el mismisimo Alexander Krichoff se tratase .

Es esa inocencia, ese disfrute encima de una bici, la que, por desgracia, se pierde en el ámbito profesional con el paso de los años. Esto  es debido, en parte a que en el mundo UCI  vive rodeado de materiales de última generación, telemetrías, potenciómetros, dietas a base de pasta, pistachos u otros productos milagrosos que sobra decir, y sobre todo  miles de pinganos que convierten al ciclista en una máquina teledirigida u hombre biónico preparado para ejecutar ordenes como si de un autómata se tratase.
Por desgracia, cada vez mas, el ciclista no-profesional, o globero profesional, o llámenlo como quieran,  va encaminado a parecerse a sus ídolos de la tele. Se han dado ejemplos en grandes y aclamadas pruebas cicloturistas,  donde se dan tiempos de infarto entre las primera posiciones de llegada, que casi, o sin el casi están la altura de las grandes estrellas del deporte, eso seguramente no lo hace la bebida isotónica.

Dicho lo cual, espero equivocarme, y pensar que solo es una percepción equivocada que tengo de la realidad del cicloturismo. Pero mucho  me temo que si esto sigue así, y no vemos lo que realmente representa este deporte,  podemos   terminar con pinganos en los oídos en las tranquilas salidas de los Domingos, al cuñado de turno jaleandonos desde el coche a modo de director de equipo,  con neveras portátiles en el maletero, y no precisamente para trasportar  las cervecitas frías.

Pero, si después de todo esto, y a pesar de las cosas negativas (no mas que en cualquier deporte) todo hay que decirlo, te has sentido identificado  con ese niño, ese padre o madre de familia o ese veterano ciclista, mi más sincera enhorabuena, porque tú eres uno de los miles de personas que representan la esencia del ciclismo, y sin darte cuenta haces este hermoso deporte un poco mas grande cada día. 

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